13 noviembre 2007

"Nunca pertenecería a un club que me admitiera como socio" Marx (Groucho)

Siempre ame la libertad, libertad de pensamiento, de acción, de elección,... Al menos, como utopía.

Reivindicando mi derecho a equivocarme, incluso hiríendome los pies, no dudaba en emprender caminos sin hoyar por bosques tenebrosos en en pos de la vida y el amor en libertad...

Eso sí, con un pie en la tierra pues tenía a Víctor Manuel cantándome al oído aquello de "Digo amor y digo libertad... Digo amor y digo en realidad que el amor que me libera me robó la libertad" y a mi padre murmurando entre dientes "Umm, la libertad... La libertad, hija mía, es mas fácil soñarla q vivirla, ya te darás cuenta"

Y me he dado cuenta. Pero la verdad, sigo creyendo en las utopías. Aunque ya no veo precisa la lucha constante ni los laberintos intrincados, ahora prefiero la atención relajada que te permite derribar el muro con el golpe único y certero, en lugar de la batalla extenuante.

Tampoco me va comulgar con ruedas de molino, que otro me diga cual es la "versión oficial" que debo apoyar, "esto es lo que opinamos nosotros" por aquello de tender hacia el librepensamiento, con derecho a contradecirse por supuesto (errare humanum est)

Es por esto que, aunque he firmado manifiestos con los que estaba de acuerdo, nunca me suscribí a ninguna agrupación, no firmé ningún carné de socio, ni entré en ninguna lista o plataforma. [Con una sola excepción (que no sé si confirma o contradice la regla)] Hasta ahora que, sin saber muy bien cómo, en un impulso, en un arranque, entré a formar parte en otra asociación...

Ya os contaré, de momento no tiene carné

1 comentario:

galadriel dijo...

lo bueno de la libertad, es que es tan inalcanzable, que siempre tendremos ilusión por alcanzarla y consguirla.