26 noviembre 2007

Cruzar el país con muleta

Todo es posible en esta vida, y si hace un buen puñao de meses, desde el otro lado del mundo, prometí ir a Alicante un pie roto no iba a impedirmelo. Así, el viernes agarré mi maleta, mi muleta, la paciencia y un buen libro y tiré para el aeropuerto.
Ir fue fácil, vuelo directo, bus, taxi y llegada al hotel. Mariangenes de espaldas en la recepción. Silbo. Se gira. La cara de alegría duró un segundo, para tornarse en sorpresa ¿Pero que te ha pasao? No iba a perderme tu boda por un pie, reina, pero dame un abrazo, anda!!
Omitiré los detalles desagradables del hotel (unos impresentables) y todo el tema de la misa (es increible como recordaba la liturgia después de tantos años, desde luego nos lo clavan a sangre y fuego) Solo diré que, por supuesto, acabé hablando con todo el mundo, reencontré gente q no conocia...
Y bailé, of course

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