29 octubre 2007

Diarios de motocicleta

Sí, ya se que no es ninguna primicia, que hasta la han visto aquellos inglesitos en la que ya ni siquiera es, creo, la última de Woody Allen. Probablemente algunos dirán que llego tarde, pero yo la he visto esta noche. En mi mundo, las películas, como los libros, toman forma cuando yo los leo, o los veo; entendámonos, empiezan a dibujarse cuando llegan a mis manos, veo su portada, los toco, a veces los compro… pero solo toman una realidad física, palpable, corpórea cuando me sumerjo en ellos. En mi universo particular Rasputín toma vida en el 98, Bukowski nace, ya abuelo, en 2002 en la Casa de las Conchas (aunque su fama lo precedió ligeramente en cartas electrónica), Lope de Vega y Sade llegaron de la mano en un extraño matrimonio en aquella cama de la Calle Soledad (2000), La Virgen, visualmente, una noche de tormenta en el alma, muy oscura y muy triste hace siglos, en palabras vino a socorrerme años después en la Biblioteca Menéndez Pelayo, el Che, incluidos los diarios en Bolivia en 2004… y la película esta noche.

Quizá necesitaba cruzar el charco antes de verla. Sí, ya sé que 9 meses no son ni mucho ni poco, y que la Antigua no son las minas de Bolivia, ni los Cuchumatanes que están más cerca, sino un paraíso artificial, protegido, seguro y tranquilo, reconstruido, en un lugar geológicamente insensato, a medida de los gringos (y europeos) que llegan de visita, o a estudiar Español, atraídos por el clima, la apariencia de aventura enlatada para turistas, el jade y los precios donde cualquiera con unos pocos dólares puede creerse un dios, adoptar un niño o follarselo allí mismo, esto último con discreción, eso sí.

Supongo que Guatemala me cambió, y no (solo) con el mejor ron del mundo, las increíbles frutas, las quesadillas, los paisajes, los colores, los volcanes, los amigos y los amantes. Hay algo que se te rompe por dentro después de ver tanta pobreza, tanta miseria, tanta injusticia, tanto dolor… de escuchar tanto sufrimiento, de sentir tanta impotencia.

Esta noche, hecha un ovillo en mi sofá, con mi recién estrenada calefacción, veía a Guevara y a Granado haciendo la ruta a pie, y pensaba en el polvo que se traga en esos caminos de tierra interminables con el paso de los vehículos que casi nunca paran a dar jalón a los campesinos. Ellos tenían suerte, viajaban por placer, estaban de paso. Y nosotros también.

1 comentario:

El Mundo de Ariadna dijo...

Hola guapisima, me ha encantado tu escrito...tu forma de expresar lo sentido ante esa pelicula y en general ante la vida. Curiosamente yo vi la peli antes de mi viaje a sudamerica, estaba ya planeado pero aun no realizado, y cuando la vi... tenia planeada casi la misma ruta!!! con la diferencia de la epoca y la comodidad...claro...nada comparable sin duda... hermosa pelicula pardiez...
Claro que conozco la buena leche...como no...soy socia y futura mama lechera!!! Un besazo linda