La idea romántica del suicidio me ha acompañado desde los primeros años de la adolescencia. No la idea del suicidio
real , posible, sino del suicidio como hipótesis: ¿Que pasaría si me dejo caer desde aqui...? ¿Que pasaría si cruzo ahora entre el trafico sin mirar...? ¿Q pasaria si...?
Quizá por eso ahora me dan miedo las alturas y el borde de los precipicios o el punto donde el dique del puerto termina en el mar.
Es un miedo a mi misma, problablemtne el mayor peligro al que todos estamos expuestos.
Miedo a, un dia, solo por probar, dar un paso más y dejarme caer...
Ni siquiera un salto, solo un paso más donde ya no hay suelo.
Y no seria por inconsciente, o por andar soñando como el Loco del tarot. No, sería por pura curiosidad de ver qué sudece, qué se siente, qué te pasa, cuanto se tarda en morir, qué hace el resto del mundo...
En el fondo, sé que nunca he querido matarme. Pero he de reconocer que el acto, la comisión del suicidio (que dirían los ingleses) me da curiosidad, me parece interesante como hipotesis, como posibilidad...
Sí, definitivamente es la cusiosidad la que mata al gato.
Yo me pregunto si, en ocasiones, no sería la curiosidad por la posibilidad de la propia muerte...